Ingredientes para alcanzar un objetivo en un proceso de Coaching: predisposición, mente abierta, toma de consciencia, responsabilidad, acción y compromiso

Las personas receptoras de un proceso de Coaching, las y los coachees necesitarán abrir su mente desde las primeras sesiones, para reconocer que lo que saben o lo que piensan no son las únicas creencias posibles. Para avanzar realmente, conviene abrirse a todas las oportunidades y buscar y reforzar todas las motivaciones que te acerquen a tu objetivo. Esto requiere voluntad, esfuerzo, disciplina, constancia y todos los valores que ya conocemos en esta línea, para superar los obstáculos y temores que por desconfianza en uno mismo puedan aparecer en el camino. Todo supone un desafío, no solo en la propia sesión, sino, sobre todo, en el tiempo que transcurre entre una sesión y la siguiente.
El nuevo reto puede darnos miedo al fracaso, pero hay que pensar que no se fracasa, se llega al objetivo primeramente planteado o se llega a uno nuevamente definido, pero siempre se llega. Es la convicción del éxito.
La metodología empleada en un proceso de Coaching estimula y proporciona una visión distinta, una mirada diferente de una misma realidad. Las preguntas que formula una o un coach tienen el poder de llevarnos a una reflexión a la que inicialmente no llegaríamos, porque nosotros mismos no solemos pararnos a preguntarnos diariamente con la misma objetividad, barajando tan numerosos enfoques.
Podríamos decir que las respuestas son hasta más poderosas que las propias preguntas, pues, al escucharse a sí mismas las personas, es cuando van descubriendo todas sus verdaderas capacidades y posibilidades, más conscientemente, para en un segundo y tercer pasos inexcusables, asumir la correspondiente responsabilidad y ponerse en marcha, hacia delante, hasta llegar al objetivo marcado, con compromiso y firmeza.
¿Te animas? Te acompañamos.

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