Entre motivación mental y emocional, entre razones y emociones

¿Cuántas razones tienes para estar motivado/a en tu trabajo?
¿Y qué te hace sentir cada razón?

Y, cada causa, ¿qué te motiva hacer?
Podemos estar más o menos motivados o desmotivados para:
Ir a trabajar cada día
Ser puntual
Atender amablemente al público usuario de nuestro servicio o consumidor
Producir más o menos número de tareas en cada jornada
Tener iniciativa para aportar ideas nuevas
Ser más o menos inspiradores en el equipo
Facilitar más o menos la labor de los demás
Etc.

Nuestra motivación será más sostenible, cuantas más razones encontremos que tenemos para estar motivados por hacer algo. ¿Encontraste las tuyas? Te invitamos a buscarlas.  Tan importante puede ser saber lo que te motiva, como descubrir lo que te desmotiva.

¿Defiendes tu trabajo porque te apasiona o porque lo necesitas y no tuviste mejores oportunidades? ¿Qué podrías hacer en cada caso para sentirte más motivado/a? ¿A qué aspiras?

¿Qué justifica tu esfuerzo en el trabajo aparte de las condiciones de tu contrato laboral? ¿Sacar adelante tu familia, especializarte y promocionar profesionalmente …? ¿Tienes claro lo que es bueno para ti, lo que te conviene?

¿Qué más necesitas? ¿Qué te feliciten o reconozcan una buena labor? Por otro lado, ¿eres consciente de qué destrezas o hábitos de trabajo necesitas mejorar?

Entorno a estos planteamientos radica la importancia de hablar entre profesionales (con tus responsables, con tus compañeros, con las personas que diriges, etc.) para conocer los intereses de cada persona.

La empatía, la capacidad de sintonizar emocionalmente con los demás, aporta mucho para conseguir una motivación sólida, que perdure.

De cada uno depende la responsabilidad de contribuir conjuntamente a hacer de un proyecto, de la funciones de trabajo diarias, algo amable, digno de ser querido y de disfrutarse.

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