Siguiendo la teoría de Eric Berne, que mantiene que nuestra personalidad ya nace estructurada en tres niveles del Yo, que usamos en según qué momentos de nuestro día a día, podemos reflexionar sobre cuál es nuestro “guión de vida” –como él lo denominó- y analizar nuestras relaciones más personales o sociales, según sea también el “guión” de las personas con las que nos relacionamos.
Los tres niveles son:
el Padre, la figura paterna, lo que representa para nosotros: protección, autoridad, cariño, referente, guía, tradición, normas, responsabilidad, etc.
Siente lo que se espera socialmente que sienta en cada circunstancia y según su aprendizaje.
el Niño (hasta 7 años), que representa la inocencia y lo ingenuo, la alegría y la tristeza, la vitalidad, la curiosidad, el juego, etc.
Siente de forma más espontánea y natural.
el Adulto, más caracterizado por la razón, la lógica y el análisis, reflexión, evaluación, planificación, organización, protocolo y acción.
No tiene emociones, actúa de forma programada, usando sólo el hemisferio izquierdo, de forma precisa, ejecutando las instrucciones.
Los tres conviven en nuestro interior y terminan por definir nuestra personalidad y nuestro entorno. Según usemos más o menos habitualmente uno de los tres estados, condicionará nuestras respuestas emocionales, siendo nuestras conductas más predecibles de lo que somos conscientes.
Lo interesante es que, si descubres que no te gusta del todo tu guión de vida, puedes cambiarlo tú mismo, si quieres, redactando otro más conscientemente, contando con la orientación facilitada en un proceso de Coaching.
COANCO
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